Y esta Alma,
que se ha convertido en nada, lo tiene todo y por ello no tiene nada, lo quiere
todo y no quiere nada, lo sabe todo y no sabe nada.
No es su
voluntad quien lo quiere, sino que es la voluntad de Dios que lo quiere en
ella; pues no es que esta Alma habite en Amor y Amor le haga querer esto a
través de algún deseo, sino que Amor, que ha atrapado su voluntad, habita en
ella, y por eso, de ella Amor hace su voluntad.
El alma que se ha convertido en nada
es la que se ha entregado tanto que ha renunciado a todo lo que era (o lo que
creía ser) y por eso no tiene nada, no quiere nada, no sabe nada. Es que ya no
existe. Muerte del ego-ísmo, de la mezquindad. No tiene voluntad, pero la
voluntad de Dios habita en ella, y así esta alma realmente es, lo es Todo. Ya
lo tiene todo, lo quiere todo, lo sabe todo. El alma ha desaparecido, y en su
lugar habita el universo entero.
Ser una sola cosa impide ser todas
las demás. Por eso el camino es huir de lo concreto y limitado, de aquello que
nos diferencia de lo exterior a nosotros, incluyendo a todos los demás seres.
Percibir lo común, lo universal. Identificarse con ello. Entonces veremos
desaparecer el espejismo de ser seres separados y quizá podamos percibir el alma única (llámalo Dios o Amor).
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