sábado, 6 de septiembre de 2014

El espejo de las almas simples-Siete Estados

118- De los siete estados del Alma devota que también se llaman modos de ser
Primero: el Alma tiene intención de obedecer los mandamientos, aunque le cueste un gran esfuerzo. Ha muerto al pecado y ya no puede pecar, pero se conforma con lo mínimo. (62) Han olvidado que a Jesucristo no le bastó hacer algo por ellos, sino sólo todo lo que es capaz de soportar la humanidad hasta la muerte. (63) Ése es el uso de las gentes del negocio. Cree que cumpliendo con su parte, recibirá a cambio la recompensa correspondiente. No hace mal a nadie, pero no se beneficia a sí misma.

Segundo: por complacer a Dios, el Alma se mortifica y abandona todos los bienes que aprecia el mundo, sin importarle el menosprecio de los demás, ni el hambre, ni la pobreza.

Tercero: el Alma busca fervientemente hacer las obras buenas que se esperan de ella, y es feliz haciéndolas, pues sabe que así hace feliz a su Dios. Llega un momento en que se da cuenta de que está totalmente apegada a estas obras, como si su salvación dependiera de ellas. (26) Quien busque el consuelo de Dios por el sentimiento de consolación impedirá la empresa de Amor Puro. Entonces deja de hacer aquello que sólo hacía para su deleite, y para sentirse buena. Este sacrificio destruye su ego: Y así es necesario triturarse, rompiéndose y rasgándose a sí mismo, para ampliar el espacio en el que querrá instalarse Amor.

Cuarto: el Alma se siente inundada de Amor y en un feliz estado de contemplación, por el que piensa que ya no hay un bien mayor.

Quinto: el Alma se da cuenta de que hasta ahora ha estado pensando en ella misma, cuando ella no es nada; se abisma en esa nada que es, y desde su fondo, es atraída hacia el único Todo que existe. Es por fin un limpio espejo que sólo puede reflejar la única luz. Ya no es al Alma que busca a Dios, es sólo Dios, manifestándose en el Alma.

Sexto: es un estado que se puede alcanzar desde el quinto, pero por muy poco tiempo. (58) Pues se trata de una abertura a manera de un relámpago que se cierra apresuradamente. Ese toque, esa descarga, es llamado el Lejoscerca (Loingprès), porque anula en un segundo la inmensa distancia que separa el alma de Dios, de manera que por ese momento está tan cerca como dentro de su corazón. No lo puede soportar el corazón más que por un momento, y después vuelve al quinto estado. Pero ese toque no deja indiferente al Alma. Si se sentía glorificada al llegar al quinto estado, después de haber sentido la descarga del sexto ahora se siente deificada, y esa capacidad ya no la abandona.

Séptimo: es aquel mismo que se percibe en el Lejoscerca; es la Gloria del otro mundo, que en este sólo puede vislumbrarse, y al que sólo se puede acceder tras la muerte.

1 comentario:

  1. Gracias por el esfuerzo que realizas en compartir información tan valiosa, estoy leyendo todo lo que publicas y percibo que hay amplias pausas entre un escrito y otro, espero que dichas pausas sean meramente porque estas ocupada en otras actividades y no porque no se den comentarios en tu blob.
    De nuevo gracias
    Roxana R.

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