sábado, 29 de diciembre de 2012

De regreso al Todo


Simplificamos con la palabra “religión” un conjunto de fenómenos que abarcan facetas muy variadas de la vida. A veces podría pensarse que están desconectadas, pero no es así. La vertiente de “amor al prójimo” es la más visible, porque se manifiesta a través de hechos; la vertiente de “vida interior” es por lógica más oculta, pero no es independiente: de hecho es el principio, el origen de toda religión, sin motivación personal no se ponen en marcha esas acciones que nos llevan a los demás. Además de que la vida interior es una necesidad profunda para el ser humano; verdad conocida por todas las religiones, que incluyen alguna forma de mística. Realmente, es la mística aquello que más acerca a todas las religiones, por distantes que parezcan, porque la mística es la esencia misma de la espiritualidad y de la humanidad. Su lenguaje acaba pareciéndose porque sólo hay un tema, al que todos llegan.

La mística es la meta de cualquier persona espiritual, no el privilegio de unos pocos. Es cierto que algunos han llegado muy lejos en ese camino, y han dejado escritas palabras que lo demuestran. Irónicamente, todos ellos dicen que aquello de lo que hablan no se puede expresar con palabras; es cierto, esos libros son barcas que conducen a la otra orilla, son sólo instrumentos que pueden cumplir su función, depende de como los uses. Pero para los pobres náufragos es mejor tener una barca que no tener nada, con suerte puede llegar a otearse la costa lejana. Al menos se intuye el tesoro que aguarda, al menos se hace camino.

El camino es el de la persona hasta Dios. La persona no está separada de Dios, porque su alma es Dios mismo, pero la persona es incapaz de percibir esto porque su mente es compleja y difícil de gobernar, y a menudo la pierde por laberintos de ideas. La mística nos dice que pongamos las ideas en el lugar que les corresponde, y abramos nuestra mente a la realidad universal, para que comprobemos que nosotros somos el universo y somos Dios. Las palabras que he usado resultan desconcertantes y posiblemente provocativas, pero ya he dicho que la mística no se aviene demasiado con las palabras, que son tan pobres para hablar de estos temas. Más de un místico dijo que era Dios y lo mataron. Otros místicos no hablan de Dios porque no existe como concepto en su cultura, pero se trata de lo mismo. La cuestión es que el ser humano aspira al Todo y no puede conformarse con un poco de Todo, o un poco de Absoluto, sino que tiene que ser todo-Todo. Al final el místico comprende que no puede llenarse del Todo, sino que debe fundirse en él, y por tanto ser nada, y así alcanzar a serlo Todo (las palabras siguen quedándose cortas). El fundimiento no es un proceso fácil, es el vaciamiento, la kenosis. Realmente se ha de creer que existe una naturaleza superior a la nuestra personal, una que puede guiarnos porque “sabe lo que debe hacer”. Una razón para fiarse es que otros lo han experimentado. Por tanto, es una buena idea seguir sus huellas.

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